dijous, 31 de maig del 2012

FELIX VALERO



Un home, fort, valent, compromès, col·laborador... Va néixer a Aliaguilla Cuenca, l'any 1939. Fa anys que viu a Pallejà
Avui parlaré de la seva operació de Parkinson que ell mateix em va narrar:


Había ingresado varias veces en el Clínico hasta que un día me dijeron si quería entrar en quirófano. Fui el primero en España a quien hacían este tipo de operación, yo les dije: sí, ¿así voy a servir de conejillo de indias? me respondieron más o menos... de todas formas me aseguraban un 90 % de éxito. El médico propuso que lo consultara a mis familiares y respondí que ya estaba todo hablado. Firmé los papeles y esperé a que me avisaran.

El 14-11-1996 ingresé. Al entrar en quirófano sabía que se trataba de 10 a 12 horas.
Lo que me pasó dentro es lo mejor que le puede pasar a uno... creía que me harían anestesia total y sólo me la pusieron local. Necesitaban que yo estuviera despierto; me hicieron contar hasta 100 un total de 200 veces, después tenía que recordar las capitales de Europa. Al final me dijeron que ya podía dormir, pues iban a conectarme electrodos.
Al despertarme en la habitación repliqué; no me han hecho nada pues sigo temblando igual. Me respondieron que volverían a operarme para ponerme una pila; al decirme eso, quedé mas tranquilo, a pesar de que la operación la pronosticaban para unas 4 horas.
A los 4 días vino la segunda operación, al despertar todavía seguía temblando y el cirujano me dijo: ten paciencia, que todavía no tienes conectada la pila. Cuando mañana la tengas conectada, podrás salir corriendo. Durante toda la noche no podía dormir pensando; ¿y si se han equivocado y me tienen que volver a operar?
Al día siguiente, a las 11 de la mañana, se presentó el cirujano y el de la
pila. Me entraron a quirófano y yo les dije: tal como resistí antes volveré a ser valiente ahora. Me preguntaron si había tomado muchos calmantes y respondí: ninguno. No se lo creían, la enfermera lo confirmó diciendo que era muy valiente.
El cirujano dijo al de la máquina que ya podía conectar el aparato. Yo estaba como un flan, pero no dejaba de pensar y si se han equivocado? Conectaron, cogí un calambre horrible; no dejaba de temblar, decían “Allá va otra vez” y así varias veces, al fin me preguntaron: ¿cómo te sientes? respondí: mejor. -”Levanta los brazos, que sorpresa tuve al ver que los brazos no me temblaban!” Me saltaban lágrimas de alegría y de agradecimiento por la mejora.
Siempre recordaré a mis médicos: el operador se llamaba Dr. Rumia, y el especialista de la máquina Dr. Vallduriola, además les ayudaban 6 enfermeros/-ras.

Gracias a esta operación he ido haciendo vida casi normal, un montón de actividades, deporte... De todas formas, de vez en cuando, sufro algunos incidentes.


Rosa

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